lunes, 10 de marzo de 2008

OÉ, OÉ, OÉ

El Partido Popular sale derrotado de las elecciones del domingo 9 de marzo. Ganó la mentira, el atropello, la añagaza. Pero la victoria del PSOE es limpia, sin medias tintas. Los votos han vuelto a otorgar a Zapatero el poder necesario para seguir con el resquebrajamiento de unos valores que desde 1978 han hecho posible el milagro español. No hay vuelta atrás. El PP perdió y el PSOE ganó. Se podrán hacer todos los análisis que se quieran. Aumento de votos, mejor porcentaje, aumento en el número de escaños. Da igual. Ese maquillaje, propio de cobardes, sólo hace elevar el grado de satisfacción de los progres que se han salido con la suya. Mariano Rajoy no tiene que marcharse. Los prohombres de la derecha tampoco tienen que echarlo. Ha cumplido con su trabajo. Lo ha hecho bien. Incluso en la derrota puedo valorar el esfuerzo y la dedicación de ese gallego con aspecto taciturno y lento.Sin embargo,que el socialismo obtenga más de un millón de votos con respecto al Partido Popular en Cataluña, debe hacer recapacitar y, al mismo tiempo, hacer trabajar en Génova para que esa parte de España se acomode en la idea de progreso y unidad que ofrece la derecha nacional.
¿Pero qué va a ocurrir a partir de ahora? El socialismo que representa Zapatero es el más radicalizado de toda Europa. Tiene un programa que cumplir, y lo viene ejecutando desde que llamó a los soldados de Irak. Aquella llamada irracional e insolidaria fue el comienzo de una serie de decisiones que han agalbanado el alma de nuestra democracia.Pactará con quien sea para seguir adelante. Pactará para hacer daño con una sonrisa empalagosa y desnutrida. Saciará su apetitito con los sueños de casi diez millones de españoles que no han caído en su trampa.Entre las buenas noticias que nos dejó el domingo 9 de marzo se encuentra el derrumbamiento del comunismo, que nunca más volverá a tener protagonismo en España. El paso atrás de los nacionalismos radicales es otro dato revelador del hartazgo de los ciudadanos ante los caprichos y desvaríos de esas formaciones políticas. Ni siquiera el PNV ha podido mantener la fidelidad de sus votantes.Pero el mal sigue instalado en la Moncloa. El mal político. La gran mentira ha calado, y gracias al voto libre se mantiene cómoda en el poder.
Nada que objetar. La democracia es imperfecta. Lo que le queda por delante a Rajoy y a la derecha social, cultural y económica que él representa en España es un episodio más de la trágica historia de un pueblo que no reacciona ante la mentira. Un pueblo impasible, con la nevera llena.

LORENZO DE ARA

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